La erosión del suelo no es un fenómeno exclusivamente moderno relacionado con la última fase del desarrollo humano tras la Revolución Industrial. El historiador John R. McNeill, en su magnífico libro Algo nuevo bajo el sol (Historia medioambiental del mundo en el siglo XX), editado en 2003 por Alianza, nos habla de tres épocas de apogeo de la misma.
…Donde quiera que se cortaba o quemaba la vegetación existente para dejar sitio a cultivos o animales, el resultado era una erosión más rápida…
La expansión de las fronteras de colonización europeas y la integración de los mercados agrarios mundiales, con el 1492 como fecha clave de comienzo, está en el origen de la segunda época de apogeo erosivo. Con altibajos dependintes de flujos migratorios, continuó hasta entrado el s. XX. Nos encontramos curiosamente con algunos predecesores del ecologismo:
…Aquellos ciclos descontrolados se tradujeron en expansiones y abandonos de la agricultura que, como la acción del hielo y el deshielo, descompuso los suelos en todo el mundo. G. V. Jacks y R. O. Whyte, apóstoles máximos de la conservación del suelo a mediados del s. XX pensaban que «entre y 1934 se perdió en el mundo más suelo que en todas la épocas anteriores de la historia». Se trata sin duda de una exageración, pero que tiene un grano de arena o, quizás, un terrón de verdad
Una tercera y acelerada fase comienza en la década de los cincuenta del pasado siglo y aún persiste. McNeill nos relaciona el desarrollo demográfico de muchas tierras tropicales con esta etapa:
…este crecimiento, unido a veces a ciertas medidas estatales y modelos de tenencia de la tierra, provocó hambre de tierra y tala de zonas arboladas, incluso en terrenos pendientes y marginales…
El uso de maquinaria pesada aumentó la compactación del suelo, impidiendo el crecimiento de vegetales. La contaminación, el uso de fertilizantes, el riego excesivo y la salinización, la urbanización y la construccióne de carrteras han ido agudizando el problema.