Guerras silenciosas

Sergio Pedraza (2º A Bach) no prepara esta entrada:

Las futuras guerras podrán ser absolutamente silenciosas. Las armas químicas y biológicas están siendo almacenadas por las grandes potencias. ¿Sería una utopía creer que nunca se usarán?

Con esta pregunta comienza un artículo que habla de las guerras químicas y bacteriológicas, las guerras del futuro. En estas guerras no se lanzarían grandes bombas ni misiles destructores, en las guerras del mañana se utilizarán armas silenciosas, que maten sin hacer ruido. Tales guerras son posibles desde el siglo XIX en el que hubo un gran progreso científico. Las armas silenciosas ya se utilizaron en la primera y segunda guerra mundial, en las que tanto un bando como otro utilizaron gases y líquidos tóxicos (como cloro o gas mostaza) para aniquilar al enemigo, aunque la guerra química no se practicó en sí por ninguno de los bandos.

Pero no sólo en las guerras se pueden utilizar estas armas. Un ejemplo son los gases lacrimógenos que usa la policía y que provoca ardor en los ojos, lagrimeo abundante y demás; aunque son los más leves.

En cuanto a la gravedad, después de los lacrimógenos, vendrían los gases vomitivos, con efectos más fuertes y duraderos, que fueron utilizados en la primera Guerra Mundial. Otros, más irritantes y tóxicos, son los agentes urticantes y los agentes asfixiantes, gases letales que actúan bloqueando los pulmones.

Pero todavía hay otros más peligrosos que son los vesicantes, incapacitantes y paralizantes.

Los primeros producen pústulas de varios centímetros en la piel, pueden producir ceguera total y atacar a los pulmones hasta causar la muerte. El más conocido es el gas mostaza.

Los incapacitantes pueden dejar a la víctima indefensa y producir alucinaciones. Al no actuar a través de la piel, son relativamente fáciles de combatir.

Por último, los agentes paralizantes, que son los más violentos. De 20 a 100 veces más tóxicos que cualquier otro. Hay dos tipos, uno descubierto por los alemanes, hasta el menos poderoso de ellos causa la muerte con una sola inhalación. Los otros, descubiertos por los ingleses, que son 300 veces más mortíferos que el citado gas mostaza.

Como hemos podido comprobar, hay todo un arsenal de productos tóxicos, capaces de matar a una persona con sólo respirarlos. Mi opinión acerca de todo esto es que los poseedores de todas estas armas deberían dejar de invertir en matarse unos a otros y mirar a los que se mueren de hambre sin armas químicas ni nada por el estilo.