Tras la reciente subida en el precio del pan, le tocará brevemente el turno a la leche. Como ya comentábamos no hace demasiado tiempo, no es oro todo lo que reluce en el mundo de los biocombustibles, y uno de los efectos del aumento de su uso es el encarecimiento de los productos básicos. Pero éste no es el único problema; la destrucción de los ecosistemas, el aumento de las desigualdades sociales o (y esto puede ser lo más sorprendente) el aumento en las emisiones de CO2. En nuestra recomendadísima revista Consumer podrás encontrar más datos.
Bajo mi punto de vista lo que está teniendo lugar es el llamado â??efecto pénduloâ?: hemos pasado de utilizar solamente los combustibles fósiles para producir energÃa o para poner en funcionamiento máquinas a destinar producciones enteras de cereales, como el maÃz o el trigo, o de otros productos como la caña de azúcar para estos fines.
Como bien sabemos ningún extremo es bueno. Ambas posturas, la partidaria de seguir utilizando los combustibles fósiles y la contraria que aboga por una mayor presencia de los combustibles obtenidos a partir de materia viva, tienen sus inconvenientes. La primera de ellas presenta dos problemas fundamentales: uno de ellos es la ingente cantidad de CO2 que se vierte a la atmósfera con el consiguiente efecto invernadero y el ya presente cambio climático, y otro de los problemas es la no posibilidad de renovación de estas fuentes de energÃa, es decir, llegará un momento en que los combustibles fósiles, y por lo tanto sus derivados, se agotarán. De igual forma la postura contraria nos presenta varios problemas: al dedicar la mayor parte o, en algunos casos, producciones enteras de ciertas materias primas de origen orgánico para la obtención de biocombustibles, el precio de dichas materias y de sus derivados se ve incrementado como ya está ocurriendo con el pan; también se nos presenta otro inconveniente, que es la destrucción indiscriminada de ecosistemas para dedicar el terreno a estos cultivos.
Creo que lo ideal serÃa combinar ambas técnicas de obtención de energÃa: por un lado destinar los sobrantes de la producción de trigo o caña de azúcar a fines energéticos (o pequeñas proporciones de las producciones, pero siempre de forma controlada para que los precios no se vean demasiado incrementados) en detrimento de la utilización masiva de los combustibles fósiles. También esta iniciativa se puede ver mejorada con la inversión, por parte de la Administración (ya sea autonómica o estatal), en la optimización e investigación de producción de energÃa a través de elementos renovables del medio, tales como el agua, la energÃa cinética del viento o el Sol.