Hoy aparecen dos noticias de gran interés en los periódicos. Por un lado, la Unión Europea quiere convertirse en el motor que arrastre al resto del mundo hacia la reducción de las emisiones de CO2. Se califica de histórico el acuerdo alcanzado ayer para aumentar el porcentaje de energías limpias y renovables y del que informa hoy ampliamente la prensa:
- Reducción de las emisiones en un 30% en los países desarrollados para el 2020. El compromiso europeo para el periodo 2008-12 fue del 8% en las negociaciones del protocolo de Kyoto.
- Para ello Europa se compromete de forma unilateral a una disminución del 20%, y que ello sirva para "tirar del carro".
A pesar de los titulares, el camino no es fácil y las negociaciones que ahora se desarrollarán pueden dar al traste con todo. Existen países con intereses y dependencias muy variados: Polonia depende del carbón en un 95%, Francia quiere dar un mayor protagonismo a la energía nuclear frente a la actitud tajante en este terreno de Alemania o Austria…
Además, tampoco están claras las competencias de la UE en política energética, al no haberse aprobado la Constitución Europea. En fin, el camino es largo y hay que leer las noticias al completo, no sólo los titulares.
Al otro lado del atlántico nos encontramos, entrañablemente abrazados, a los presidentes Bush y Lula, que pretenden impulsar la producción de etanol como energía alternativa al petróleo. EEUU y Brasil son los dos primeros productores de etanol a nivel mundial, éste se obtiene de la caña de azúcar, y su pretensión es impulsar este cultivo en otros países latinoamericanos (ya hablaremos pronto de los problemas que esto puede traer) y convertirlo en un producto de cotización internacional, como el oro o el petróleo.
América se convierte en un tablero de ajedrez…