David Moyano nos habla de otro problema de los residuos nucleares:
El día 29 de septiembre de este año, El País publicaba un articulo en el que divulgaba la desaparición o sustracción de un maletín con material radiactivo de baja actividad (Cesio-137 y Americio-241). Este equipo era utilizado para la medida de densidad y humedad del terreno. El supuesto robo se produjo en un laboratorio de obras, en Barcelona. GEOCISA, empresa propietaria de dicho equipo, mantiene que éste no entraña riesgos radiológicos mientras se mantenga cerrado, puesto que las fuentes radiactivas se encuentran en su interior, protegidas y encapsuladas. Sin embargo, afirma que sí podrían presentarse riesgos en caso de apertura o destrucción del equipo que dejen las fuentes sin sus protecciones. Y es que, en materia nuclear, parece sorprendente el poco interés que algunas empresas ponen sobre la seguridad ciudadana, y la poca garantía de seguridad que muestran con estos altercados. Porque no es un hecho aislado. En otro articulo del mismo periódico, La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) habla de 252 casos en 2006 de material radiactivo robado y desaparecido. Y en sí, lo que más preocupa, como bien dice Abel González, del comité de Naciones Unidas para el efecto de las radiaciones, no son sólo los casos registrados, sino sobre todo los contrabandos no detectados. Todo esto hace evidenciar que haya un mercado ''negro'' de material nuclear radiactivo, en la que determinados grupos de personas puedan comprar y vender dicho material. Y ésta, puede ser la peor noticia que pueden recibir la policía antiterrorista, e incluso nosotros. Pues si bien, el maletín robado en Barcelona no puede ocasionar un gran daño, si los terroristas consiguen una gran cantidad de este material (se habla de centenares de robos), podrían construir una denominada <<bomba sucia>>, no tan devastadora como la que lanzaron los estadounidenses en Hiroshima, pero que podría provocar daños catastróficos. Ante esto, solo podemos pedir soluciones. Entre otras obligar a aumentar el control y la seguridad en zonas con material radiactivo (desde centrales y cementerios nucleares hasta hospitales e industrias donde también almacenan dichos contaminantes); cabe la propuesta de sancionar a las empresas que, entre tantas cosas, sufran robos de este material. Pero claro, las empresas también podrían dejar de denunciar estos robos para evitar la sanción, por lo que se reduciría el control, y por tanto la seguridad, no solo de las zonas cercanas, como ocurrió aquel año en Chernobyl, en el que se produjo aquel accidente nuclear, sino de cualquier territorio del mundo.
En resumen, los datos pueden afirmar la existencia de un mercado de contrabado de material radiactivo, y que, si no se ponen medidas para acabar con la inseguridad y el descontrol que han supuesto dicho mercado (e incluso poniéndolas), podriamos estar corriendo el mismo riesgo que tuvieron los afectados del citado accidente, pero en cualqier parte del mundo.