Árboles de Navidad

Azahara Arquillo nos ayuda a tomar decisiones navideñas.

Podemos leer en el blog Bacalaoconpapas:

Corría el siglo VIII y San Bonifacio se encontraba predicando entre los pueblos germanos. En medio de la retórica, aún no se sabe bien por qué, el santo taló un árbol enorme que cayó y derribó muchos otros árboles. Pero de algún modo, un pequeño abeto se salvó de la tragedia. San Bonifacio aprovechó esto para decir: “He aquí el árbol del Señor. Llamadlo desde ahora Árbol del niño Jesús”.  Desde ese momento, con la llegada de la navidad,  los primeros germanos y posteriormente otros pueblos europeos adornaron un abeto con flores de papel, manzanas… Esta tradición se volvió tan popular que en el año 1560 en edicto de Alsacia tuvo  que prohibir a la gente tener más de un árbol en sus casas.

Si esta tradición supuso un problema en el siglo XVI,  en el siglo XXI,  con el auge del capitalismo, del afán por comprar, y de la rivalidad entre medio ambiente y multinacionales,  no podría ser menos. Probablemente nos hayamos planteado alguna vez si comprar un árbol natural o uno artificial, ambos tienen sus ventajas y sus inconvenientes medioambientales.

Si se elige un árbol natural, conviene conseguirlo con raíces y suficiente cepellón (tierra adherida), regarlo y alejarlo de la calefacción para mantenerlo con vida hasta devolverlo a un punto de recogida tras el periodo festivo. Un árbol de navidad natural contribuye a limpiar y a descontaminar el aire en su proceso de convertir CO2 en oxigeno, (un pino natural por ejemplo, provee oxígeno a 18 personas todos los días). Además, en algunas ciudades, el ayuntamiento pone a disposición de los ciudadanos un programa de recogida de abetos. Si nuestra ciudad no posee tal iniciativa, siempre tenemos la posibilidad de replantarlo.

La industria del cultivo de árboles de Navidad estima que, por cada árbol que se corta,  se siembran otros tres (o como mínimo uno, ya que la empresa que lo tala planta otro para el año siguiente). Utilizar un árbol nacido en el bosque (y más aún si se tala para ello) como árbol de Navidad casero, es una acción antiecológica que atenta contra un ecosistema que alberga a muchas especies; ¿merece la pena hacerlo por disponer de un adorno en casa por unos pocos días?. Bien es cierto que hoy en día podemos adquirir árboles naturales que provienen de viveros, aunque muchos de éstos hayan sido cultivados con pesticidas… pero eso es ya otra historia.

Si elegimos un árbol artificial, nos durará diez veces más que uno natural, pero a pesar de esto, los impactos relacionados con su fabricación son grandes y, lamentablemente,  se trata de impactos nocivos ya que entre los materiales que se utilizan para su fabricación están los plásticos,  PVC y aluminio, en cuya producción y procesamiento se consume  gran cantidad de recursos naturales y generan  gran cantidad de residuos y contaminación.

Realmente, existen alternativas ecológicas para continuar con esta tradición sin perjudicar al medio ambiente como realizar un árbol con envases dándoles a estos un segundo uso, como este árbol realizado,  probablemente,  por universitarios, que veis a la derecha. O el otro tan original realizado con globos.

También se puede utilizar alguna planta o arbolito que ya tengamos en casa y decorarlo.

Además, una forma de sustituir la decoración de plástico es realizándola nosotros mismos con materiales reciclados, como por  guirnaldas de polispán o figuritas con envases o papel.  Si la imaginación no os ayuda, recordad que siempre está internet.

Fuentes consultadas:

Plomo alrededor

Te sorprenderá conocer algunas de las vías de contaminación por las que nos puede llegar este metal; para ello lee este artículo publicado recientemente en el diario EM, haciendo clic sobre la imagen:

Smog sulfuroso

Cristina Muñoz (2ºA Bach) nos ayuda a comprender mejor este fenómeno, también llamado smog ácido:

En muchas ciudades nos encontramos con un fenómeno denominado “smog”, debido al elevado nivel de contaminación que éstas sufren.  La palabra proviene de niebla y de humo en inglés. Este fenómeno consiste en la contaminación atmosférica que sufren algunas ciudades debido al resultado de combinar ciertas condiciones atmosféricas y algunos contaminantes concretos.
La densa y oscura niebla proviene de productos (óxido de sulfuro y de nitrógeno, hidrocarburos y millones de partículas de plomo, manganeso, cobre, níquel, cinc y carbono) de las industrias, de los automóviles y de los hogares.
Hay dos tipo de smog: el fotoquímico y el sulfuroso, aunque va a ser este último en el que nos vamos a detener.
El smog sulfuroso es concretamente el que contiene concentraciones elevadas de óxidos de azufre y material particulado. Se suele dar sobre todo en climas no muy calurosos y bastante húmedos, al contrario que el smog fotoquímico, que necesita más temperatura y sequedad y que se da en muchas ciudades con tráfico intenso.
Los efectos del smog afectan directamente a la salud de animales, plantas y personas y pueden producir otros efectos nocivos en la naturaleza. Puede provocar entre otras cosas irritación ocular y de la garganta, tos, fatiga, anemia y, en general, sobrecarga de las vías respiratorias. Si además la persona sufre asma, alergia y otros problemas pulmonares, el smog puede llegar a caiusar la muerte.
Uno de los casos más conocidos de smog sulfuroso es el que se produjo en la ciudad de Londres en el año 1952. El smog con óxidos de azufre y partículas de hollín estuvo muy concentrado y, debido a las condiciones estáticas de la atmósfera, en sólo cinco días provocó la muerte de alrededor de 4000 personas pero pudieron morir hasta 12000 en total tras los días que siguieron a los cinco mencionados.

Más información y fuentes:

¿Respiras aire contaminado?

Noticias como ésta se repiten a lo largo del año cuando organismos o asociaciones hacen públicos sus informes. En el diario EM pudimos leer hace poco una con datos muy interesantes que debes leer y cómo éstos han mejorado en los tres últimos años gracias a la crisis, que también tiene su parte positiva. No estaría mal complementar esta lectura con esta otra noticia, en la que, hace un par de años, el entonces ministro de Sanidad nos hablaba de la estrecha relación entre salud y medio ambiente.

Altas concentraciones de mercurio

Casi coincidiendo con nuestra visita a las minas de Almadén apareció esta noticia en el diario EM, en la que Ecologistas en Acción pone de manifiesto las altas concentraciones de mercurio en la atmósfera de dos zonas concretas de nuestro país, en relación con la industria del cloro. Además se informa de algunos de los perjuicios que esta sustancia puede generar; así podemos leer que la misma «puede formar metilmercurio, que se acumula y concentra en los ecosistemas acuáticos y en grandes peces (atún, tiburón, pez espada…). El metilmercurio es un neurotóxico que puede afectar a la formación del cerebro, por lo que es muy preocupante la exposición durante el embarazo o la lactancia. Asimismo, puede causar daños en el sistema cardiovascular y un incremento en la mortalidad…»

Entradas relacionas:

Y si aún saber más sobre este elemento químico acércate a Jove (Asturias) a través este vídeo: