Bocaditos de siluro en salsa de mercurio

La receta no es nada complicada, tan solo tendremos que volver unos treinta y cinco años atrás e introducir una especie en la cuenca del Ebro (¿tal vez ya lo hizo por nosostros un ictiólogo alemán?), donde encontrará unas condiciones magníficas para reproducirse y alcanzar notables tamaños y convertirse en una de las grandes presas para la pesca deportiva. Después habrá que pescarlos masivamente para intentar aminorar el daño que producen sobre las especies autóctonas, congelarlos y enviarlos a un lugar donde exista una fuerte demanda de tan pesado producto.
Y no me refiero con lo de «pesado producto» al mercurio que pueden contener. En un reciente estudio del CSIC se confirmó que el 70% de esta especie contiene «concentraciones elevadas de mercurio, otros metales pesados y compuestos organoclorados», aunque desde Medio Ambiente de La Generalitat hubo declaraciones confusas sobre el uso que se le dará a esas toneladas de pescado que ayer intentaron aclarar, aunque resulta difícil pues las aguas del Ebro bajan turbias.